Fotografía decorativa donde se ven los labios de una mujer.

El conflicto puede definirse como una situación en la que dos personas, o grupos de personas, se encuentran en desacuerdo u oposición. El conflicto está presente, en mayor o menor medida, en todos los ámbitos de nuestra vida, por lo que se trata de un fenómeno que ha sido ampliamente estudiado. 

Generalmente, el conflicto es visto como algo negativo. No obstante, el conflicto puede entenderse como una oportunidad si se gestiona de manera adecuada. Nos ofrece un respaldo para el cambio y la oportunidad de ampliar nuestra visión de la realidad, observando el mundo desde otros puntos de vista. No obstante, para que esto suceda, es recomendable, por un lado, adoptar la visión del conflicto como oportunidad y mantener una actitud proactiva y positiva. 

En este post nos centraremos en los conflictos interpersonales, en los que nosotros somos una de las partes implicadas, y daremos algunas sugerencias para gestionarlos. En primer lugar, veremos qué dice la Psicología Sistémica, así como diversos estudios sobre la influencia de las emociones en el desarrollo del conflicto, para después dar algunas indicaciones para que gestiones mejor tus conflictos interpersonales.

¿Qué dice la Psicología Sistémica sobre el conflicto?:

La psicología sistémica es una corriente basada en la “Teoría General de Sistemas” de Bertalanffy (1), que empezó a desarrollarse en la segunda mitad del siglo XX. 

Un sistema está compuesto por distintos elementos que interactúan entre sí y que son interdependientes. El mejor ejemplo de sistema es el cuerpo humano: cada órgano está relacionado con el resto de elementos de tal forma que el organismo es percibido como un todo. A su vez, el sistema (cuerpo humano) puede verse modificado, en función de las actividades que cada elemento (órgano) realice; así, por ejemplo, un deportista desarrolla sus músculos gracias al ejercicio y, a su vez, esta actividad trae aparejados cambios en el sistema circulatorio y respiratorio.

Este enfoque también entiende las relaciones humanas en términos de sistema, siendo los individuos los elementos de dicho sistema. Así una relación de pareja es un sistema compuesto por los miembros de la misma y una empresa es un sistema compuesto por todos los trabajadores de la organización. En relación al conflicto, los sistemas humanos se caracterizan por:

Conflicto y emociones:

Durante los últimos 30 años se ha empezado a investigar el papel que tiene la emoción sobre la gestión del conflicto. Un volumen considerable de investigaciones demuestran que los individuos que experimentan emociones y estados de ánimo positivos tienden a mostrarse más cooperativos y conciliadores en el conflicto (2). Por el contrario, aquellos que experimentan emociones o estados de ánimo negativos tienden a ser más competitivos y menos conciliadores.

Asimismo, un estudio de Elfenbein (2007) apunta a que las personas que experimentan alto afecto positivo están más centradas (externamente) en la promoción de resultados positivos, mientras que aquellos que experimentan alto afecto negativo están más centrados (internamente) en la prevención de resultados negativos (3). 

Todo esto sugiere que una visión y actitud positiva ante el conflicto nos predispone a desarrollar estrategias de resolución que buscan el bien común y establecer nuevas líneas de resolución. Por consiguiente, este enfoque positivo abre una puerta al cambio y a la transformación.

Conviértete en espectador:

Teniendo en cuenta todo lo expuesto, la mejor manera de lidiar con los conflictos interpersonales de nuestra vida es tomar distancia: convertirse en espectador del propio conflicto. Esto implica desvincularse emocionalmente de la situación y convertirte en una especie de científico que analiza rigurosamente la realidad. Mediante esta observación debemos detectar:

En definitiva, el autoconocimiento es esencial en la gestión del conflicto. En ocasiones, la figura de un mediador (una tercera persona neutral) puede ser útil para clarificar todos estos aspectos.

Referencias:

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