
<<Los destinos guían a quien los acepta, pero arrastran a quien se les resiste>>
Séneca
Imagina que eres un perro y que, una mañana, te atan a una carreta tirada por un caballo. No tienes más remedio que seguir a la carreta, ya que el caballo es más fuerte que tú y tu amo ha atado fuertemente la soga a tu cuello. Puedes hacer dos cosas: seguir a la carreta y disfrutar del camino, olisqueando la hierba y observando el paisaje; o bien puedes resistirte, clavando tus patas y uñas fuertemente a la tierra. En ambos casos, el resultado será el mismo. Acabarás llegando a tu destino acompañado (o arrastrado, en caso de que elijas lo segundo) por la carreta.
Esta es la metáfora que usaba Zenon, el filósofo griego al que se le atribuye la fundación de la filosofía estoica, allá por el 300 a.C., para explicar la naturaleza del destino. En esta parábola, la carreta representa tu destino. En la vida, hay acontecimientos que escapan de nuestro control. Estos simplemente nos suceden. No obstante, lo que sí controlamos es nuestra reacción a esos acontecimientos. Podemos aceptarlos y tratar de encontrar aspectos positivos y aprendizajes de la experiencia, o bien podemos posicionarnos en un estado de negación que hará que el tránsito a nuestro destino sea mucho más angustioso y extenuante.
¿Debemos entonces resignarnos y renunciar a nuestros sueños?:
Por supuesto que no. Los estoicos no defendían la idea de que hay que resignarse a que la vida es como es y a que no podemos conseguir nada más: todo lo contrario. En este sentido, los estoicos hablaban de tricotomía de control. Este concepto hace referencia a que hay situaciones en la vida sobre las que tenemos un control total, otras sobre las que tenemos un control parcial y otras que, en cambio, escapan totalmente de nuestro control.
Si queremos tener una buena salud, podemos tomar el control siguiendo un estilo de vida saludable. No obstante, aunque sigamos una alimentación equilibrada y practiquemos ejercicio físico, no podemos estar seguros al 100% de que no vamos a enfermar, ya que, como hemos dicho, hay cosas que no podemos controlar. Evidentemente, tendremos menos posibilidades de enfermar que una persona con un estilo de vida diametralmente opuesto, pero hay otros factores que influyen en nuestra salud que no podemos cambiar. Los estoicos explicaban que las cosas sobre las que carecemos de control son indiferentes y que no tiene sentido preocuparse en exceso por lo que no podemos controlar. Sin embargo, esos indiferentes se dividen entre deseables y no deseables. Así, tener amigos es deseable, mientras que tener enemigos es indeseable. Debemos llevar a cabo rutinas y comportamientos que nos faciliten alcanzar los indiferentes deseables y esquivar a los indiferentes indeseables. No obstante, hay que tener en cuenta que lo único que podemos controlar es nuestra propia mente, lo externo (lo que piensan y hacen los demás, los accidentes, los imprevistos, etc.) es incontrolable.
Por tanto…
¡Toma las riendas de tu mente! Y decide conscientemente cómo va a ser tu camino tras la carreta.
Reestructura tu mente para aprovechar al máximo tu realidad:
La reestructuración cognitiva es una de las técnicas más utilizadas en psicología cognitiva-conductual. Este enfoque pone especial atención en aquellas creencias y esquemas mentales que poseemos, ya que todo ello influye en nuestra interpretación de la realidad. Nuestras creencias son las gafas de colores que nos ponemos para observar el mundo y pueden teñirlo de rosa o de negro.
La reestructuración cognitiva consiste en identificar las creencias disfuncionales y modificarlas por otras que nos permitan gestionar mejor nuestras emociones y, por ende, nuestra vida. A estas creencias disfuncionales se las denomina distorsiones cognitivas y pueden clasificarse de la siguiente manera (1)(2):
- Inferencia arbitraria: ocurre cuando predecimos cómo va a concluir una situación sin tener evidencias que apoyen esa visión. Por ejemplo, pensamos que vamos a suspender un examen, incluso antes de hacerlo y aunque hayamos estudiado y aprobado los exámenes anteriores de esa materia.
- Maximización y minimización: consiste en magnificar las cualidades y/o aciertos de los demás y minimizar nuestras cualidades y éxitos, y a la inversa.
- Abstracción selectiva: se produce cuando nos centramos en un aspecto, atributo o detalle concreto y desechamos el resto de elementos y la información del contexto, y, a partir de ese aspecto que hemos elegido como central, elaboramos una conclusión acerca de la situación.
- Generalización excesiva: se da cuando, a partir de hechos o atributos aislados, se extraen reglas que se aplican a cualquier otra situación similar.
- Personalización: ocurre cuando la persona se atribuye a ella misma la causa de algún hecho externo que no tiene nada que ver con ella misma y sin tener ninguna prueba objetiva de dicha relación.
- Pensamiento dicotómico: se trata de un pensamiento de todo o nada. Se utilizan categorías polares para describir el mundo, sin ser capaz de percibir matices o grados. Por ejemplo, bueno-malo, justo-injusto, todos-nadie, etc.
Todas las distorsiones cognitivas producen conclusiones de la realidad sesgadas y parciales. Estas distorsiones solemos realizarlas de manera automática e inconsciente. La reestructuración cognitiva consiste en sacarlas a la luz, analizarlas y cuestionarlas.
Este cuestionamiento puede ser verbal o comportamental. El primero consiste en formular preguntas que ponen a prueba la utilidad de la creencia, la existencia o no de evidencias que la apoyen, etc. El segundo implica predicciones específicas a partir de pensamientos negativos y diseñar experiencias en las que se puedan poner a prueba la veracidad de las predicciones.
Estas son algunas pinceladas de la técnica, en otro post te facilitaré algunas pautas más extensas. No obstante, recuerda que un profesional de la Psicología puede ayudarte a identificar y modular tus creencias disfuncionales. Puede ofrecerte un punto de vista neutral, así como entrenarte para que seas capaz de realizar tú mismo este cuestionamiento en el futuro.
En cualquier caso, recuerda que, por fuerte que tire la carreta de ti…
. . . ¡tú eres dueño de tus propios pasos!
Referencias:
- (1) Beck, A., Rush, J., Shaw, B. y Emery, G. (1979). Terapia cognitiva de la depresión. Bilbao: Editorial Desclée de Brouwer.
- (2) Beck, A., Freeman, A. y otros. (1995). Terapia cognitiva de los trastornos de la personalidad. Barcelona: Editorial Paidós.
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