
Fotografía de Steenaire. Disponible en: https://www.flickr.com/photos/58189808@N03/
<<Las heridas son el lugar por donde la luz entra en ti>>
Yalal ad-Din Muhammad Rumi
El kintsugi es una técnica japonesa centenaria cuyo origen exacto se desconoce y que algunos historiadores sitúan a finales del s. XV. Consiste en reparar una pieza de cerámica que se ha roto, pegando de nuevo sus pedazos y cubriendo sus grietas mediante laca mezclada con oro o plata en polvo. De esa manera, el objeto que se ha roto se reconvierte en una nueva artesanía, donde se realzan sus cicatrices como atractivo principal de la obra.
Asimismo, esta técnica ha inspirado toda una filosofía de resiliencia que pretende inspirar a las personas a reinventarse tras el fracaso y la pérdida. Seducida también por la metáfora del kintsugi, he decidido ofrecerte este artículo donde te hablo de resiliencia, un tema que para mí es tan interesante como inspirador.
Kintsugi: una definición tangible de resiliencia
La palabra resiliencia procede de la palabra latina resilio que significa “volver atrás”, “resaltar” o “rebotar”. En ingeniería civil este término se utiliza para describir la capacidad de un material para volver a su forma original tras ser deformado por una fuerza externa. Este concepto fue adoptado posteriormente por las ciencias sociales (1). La Psicología ha definido la resiliencia como:
“La capacidad para recuperarse y mantener una conducta adaptativa después del abandono o la incapacidad inicial al iniciarse un evento estresante” (2)
El kintsugi es otro ejemplo de la realidad tangible, al igual que la ingeniería civil, que nos recuerda un intangible humano: la capacidad de reponerse a la adversidad consiguiendo, además, cotas más altas de crecimiento y desarrollo personal.
Está técnica artística consta de las siguientes fases: accidente, armado, espera, reparación y revelación. Estos procesos pueden servirnos de inspiración para recuperarnos de nuestras heridas emocionales. Así que lee atentamente,
…y prepárate para cubrir tus cicatrices de oro y
convertirlas en la más inspiradora obra de arte.
Fase 1: Accidente
La primera parte del proceso de la técnica de kintsugi se inicia con el accidente en el que la pieza de cerámica se fractura en pedazos. Tras el impacto, lo primero que hace el artista es recoger los fragmentos y prepararse para la reparación.
En el arte de la vida, tras un impacto emocional, también debemos recoger nuestros pedazos, reconocerlos y llorar nuestra pérdida. Una vez procesado el duelo, el primer paso, es dar valor a cada uno de nuestros fragmentos y desarrollar un plan de acción que nos permita alcanzar un nuevo estado (un plan que posibilite la resiliencia).
Fase 2: Armado
Tras limpiar todas las piezas, se prepara el aglutinante que va a usarse para unirlas de nuevo y, en caso de que falte algún fragmento, el artesano deberá preparar una mezcla especial para rellenar ese espacio faltante.
El aglutinante que usamos las personas para recomponer nuestros pedazos suele ser la red de apoyo social. Esta red está compuesta por nuestra familia, nuestros amigos, nuestros conocidos y los recursos de la comunidad. En ocasiones, puede ayudarnos acudir a alguna asociación vecinal o a asociaciones de atención a colectivos específicos (como las asociaciones de pacientes, por ejemplo). Asimismo, puede sernos de ayuda pasar tiempo con nuestros amigos y familiares y contar con ellos si necesitamos expresar nuestro dolor. Un psicólogo puede facilitarnos la identificación y expresión emocional, así como acompañarnos y darnos pautas que nos ayuden a adaptarnos a la nueva situación.
Inevitablemente, tras un impacto, tendremos que afrontar pérdidas en nuestra vida (al igual que la pieza de cerámica pierde alguno de sus pedazos). Igual que el ceramista, deberemos fabricar nuevas piezas para esos espacios. Es importante encontrar actividades saludables (como leer, bailar, hacer deporte, etc.) que inicialmente nos ayudarán a evadirnos de la tristeza, pero que a la larga aportarán gozo a nuestra vida.
Fase 3: Espera
Se sujetan las piezas en su lugar mediante cinta adhesiva o elásticos. El aglutinante debe dejarse respirar, para que seque y se endurezca. La tradición marca el uso de una caja cerrada con una toalla y rejilla dentro para colocar la pieza. El tiempo aproximado de secado puede ser entre 7 y 14 días.
Cuando lo que estamos reparando es nuestra vida, deberemos esperar un tiempo a que la cola espese y seque. Es posible que nos lleve un tiempo adaptarnos a las nuevas rutinas, a las nuevas personas y a las nuevas actividades. Ten paciencia y respeta ese tiempo de espera.
Fase 4: Reparación
Una vez que esté seca la pieza, deberemos lijar las asperezas de la superficie y aplicar laca para, seguidamente, pasar a la fase final.
En el caso de los cambios vitales, una vez que ha pasado el tiempo que necesites para que tu nueva vida asiente, deberás hacer algunos ajustes en tu manera de pensar. Una vez que el duelo ha pasado, es el momento para ver las cosas con perspectiva y reasignarle un nuevo significado a la historia que hemos vivido. De esa forma, limamos las asperezas de nuestra mente antes de conocer a nuestro nuevo yo.
Fase 5: Revelación
Para finalizar con la técnica, el artesano espolvorea sobre la laca, aún pegajosa, el polvo de oro. Una vez que la laca ha secado, se quita el polvo sobrante y se revelan las cicatrices de oro.
En cuanto a las personas resilientes, el dar un nuevo significado a su experiencia y el vivirla como algo positivo (en lugar de como en adversidad) les dota de una luz nueva y de una comprensión más amplia del mundo, de los demás y de sí mismos. Se convierten en personas más luminosas, capaces de ayudar e inspirar al resto con su experiencia resiliente.
En ambos casos, ya solamente queda admirar y maravillarse del resultado. Como dijo Rumi, podemos contemplar la luz que se cuela entre las heridas de oro, convirtiendo esa obra en algo único y sublimado.
Referencias:
- (1) Kotliarenco, M.A., Cáceres, I. y Fontecilla, M. (1997). Estado de arte en resiliencia. Washington: Organización Panamericana de la Salud.
- (2) Garmezy, N. (1991). Resiliency and vulnerability to adverse developmental outcomes associated with poverty. American Behavioral Scientist, 31,416-430.
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