Fotografía decorativa de mujer acurrucada en la cama a causa de tristeza, miedo oa ansiedad.

<<No hay que tener miedo de la pobreza ni del destierro, ni de la cárcel, ni de la muerte. De lo que hay que tener miedo es del propio miedo>>.

Epicteto de Frigia

En esta entrada quiero hablarte del miedo, de dónde surge y de lo que ocurre cuando dejamos que nos posea. Como en la mayor parte de las entradas, te explicaré lo que dice la Psicología al respecto, pero también cuál es la perspectiva de otros campos de conocimiento (en el caso de hoy, el de la filosofía budista).

Miedo y evitación experiencial:

Si el miedo se adueña de nosotros puede cortarnos las alas y condicionar enormemente nuestras vidas. Aunque evitar los peligros es un comportamiento que, desde el punto de vista evolutivo, nos ha ayudado a sobrevivir, cuando la evitación se convierte en un patrón, puede originar dificultades. Cuando evitamos de manera sistemática diversas situaciones, nuestra vida diaria puede verse seriamente limitada. Esto es lo que ocurre en la evitación experiencial.

La evitación experiencial es un fenómeno que ocurre cuando una persona evita ciertas actividades o ciertos contextos porque no está dispuesta a ponerse en contacto con las sensaciones, emociones, pensamientos o recuerdos que estas actividades le producen. Ante tales situaciones, las personas con evitación experiencial, tratan de escapar o de controlar el contexto para no sentir aflicción (1). Por ejemplo, una persona que no acude a eventos sociales porque le genera ansiedad interaccionar con desconocidos; o una persona que se siente afligida por la pérdida de su trabajo y que empieza a beber para evadirse de esa emoción.

Los estudios indican que este fenómeno se encuentra en la base de distintos trastornos mentales; por ejemplo, todos los desórdenes de ansiedad (Trastorno Obsesivo-compulsivo, agorafobia con ataques de pánico y Trastornos de Estrés Postraumático), el abuso de sustancias o el Trastorno de Personalidad Límite (2). 

El efecto boomerang de la evitación:

Contrariamente a lo que parece, aunque a corto plazo la evitación es efectiva, si esta evitación se convierte en un patrón acaba cronificando nuestro miedo y generando una gran limitación en nuestra vida (2).

A pesar de que inicialmente la evitación consigue reducir o eliminar el malestar, provoca también un efecto boomerang. Es decir, el malestar retorna como un boomerang (vuelve a estar presente) y, a veces, más intenso y extendido. En los ejemplos que te comentaba arriba, la persona que evita actos sociales tiende a sentirse más torpe socialmente con el tiempo y más ansiosa; mientras que la segunda, entra en una espiral de dependencia del alcohol que le sumerge aún más en la tristeza y dificulta aún más su adaptación.

El lenguaje es el origen del miedo (y de la evitación experiencial):

La Psicología afirma que el lenguaje se encuentra en la base de la evitación experiencial, ya que es a través del lenguaje que etiquetamos el contexto. Clasificamos ciertos eventos como “malos” porque los asociamos a determinadas sensaciones corporales, predisposiciones conductuales, emociones, etc.

Nuestra mente entiende, a través del lenguaje, que el contexto o la actividad en cuestión es la causa de nuestro malestar. No obstante, ¿es eso así?

El origen del miedo:

Para el budismo, el miedo no se encuentra en el evento o en el estímulo temido. Para esta corriente de pensamiento el miedo es un error perceptivo que provoca pensamientos e imágenes catastrofistas que se adueñan de nosotros. El miedo siempre se basa en el futuro. Tenemos miedo a lo que pueda pasar. No obstante, el futuro es un tiempo que no existe. Solamente existe el momento presente. Por tanto, el miedo se basa en la falsa concepción de que el futuro es ahora (3).

En cuanto a los traumas, el budismo afirma que si acontecimientos del pasado nos infunden miedos es sólo porque tememos que los episodios traumáticos se repitan después. Por consiguiente, el miedo sigue proyectándose hacia el futuro.

¿Qué podemos hacer entonces para combatir el miedo?:

Desde la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) se afirma que la evitación no es la solución al miedo. Propone que es necesario aceptar las emociones y pensamientos que estamos experimentando y, a la vez, no evitar ni tratar de modificar las situaciones que no asustan. Deberíamos exponernos a ellas aceptando el malestar como algo normal en la vida. En este artículo del blog puedes ampliar la información al respecto.

Por otro lado (y en la misma línea que la ACT aunque desde otro enfoque), la Psicología cognitivo-conductual utiliza la técnica de exposición para varios trastornos. Consiste en exponer al paciente, de manera sistemática, segura y controlada, a los estímulos que generan miedo y ansiedad. Paulatinamente, se produce un nuevo aprendizaje y se debilitan las asociaciones de miedo y ansiedad preestablecidas. 

Según el budismo, la manera de afrontar el miedo pasa por aceptar la impermanencia y vivir el momento presente. Para ello propone apoyarse en prácticas como la meditación. Además de enfocarnos en el ahora, el budismo propone llenar el corazón de amor y compasión, ya que estas emociones serían la antítesis del miedo.

En cualquier caso, recuerda que un profesional puede ayudarte a lidiar con tus miedos y guiarte para que llegues a tu destino en tu viaje a tu interior.

Referencias bibliográficas:

  1. García, R. F. (2000). Aplicación de la terapia de aceptación y compromiso en un ejemplo de evitación experiencial. Psicothema, 12(3), 445-450.
  2. Patrón-Espinosa, F. D. J. (2013). La evitación experiencial como dimensión funcional de los trastornos de depresión, ansiedad y psicóticos. Journal of behavior, health & social issues (México), 5(1), 85-95.
  3. Fischer, N. (sept., 2019). El origen del miedo. Revista de la Universidad de México. https://www.revistadelauniversidad.mx/articles/14d318fe-afcc-456a-aed3-47cdbb656fb8/el-origen-del-miedo