Fotografía decorativa de dos manos contando monedas.

«Por nuestra codicia lo mucho es poco; por nuestra necesidad lo poco es mucho»

Francisco de Quevedo

Vivimos en una sociedad de aparente abundancia. Aparente, porque algunos no tienen nada, y otros acumulan muchas cosas que realmente no necesitan, a pesar de vivir en la incertidumbre de un empleo inestable o de una renta de alquiler en constante aumento. Por otro lado, unos viven en la abundancia pero no dejan de desear bienes materiales como si realmente los necesitaran.

Asimismo, vivimos en la era de lo caduco. Todo es más efímero y cambiante que nunca, y algunos ejemplos son la obsolescencia programada, la fast fashion o los influencers en cualquier campo. 

Esta aparente abundancia a veces no nos deja distinguir entre necesidad y deseo. También cuesta entender nuestras verdaderas motivaciones y si nuestros deseos responden a la necesidad de autorrealización o si, por el contrario, parten de la conveniencia y de lo que otros consideran bueno para nosotros.

Meditando acerca de todo esto, traté de indagar qué dice la psicología académica acerca de la necesidad y de lo material. Te cuento cómo se ha conceptualizado y clasificado la necesidad desde la Psicología. No obstante, para hablar de apego a lo material he tenido que acudir a otras fuentes como el budismo y la filosofía taoísta, que, desde una perspectiva más cualitativa y holística, nos ayudan a reflexionar acerca de nuestra propia vivencia del dinero y de lo material.

Clasificando la necesidad: la pirámide de Maslow

La pirámide de Maslow es una teoría motivacional propuesta en los años 40 por el psicólogo humanista Abraham Maslow. Su teoría formula que las necesidades se organizan jerárquicamente, de manera que encontramos las siguientes necesidades que van desde la base, hasta la cúspide de la pirámide (1)(2)(3):

Esta clasificación de las distintas necesidades resulta muy lógica. Sin embargo, las personas no siempre nos comportamos de forma lógica. Por ejemplo, en ocasiones permanecemos en un trabajo que no nos gusta (puede que incluso nos produzca niveles elevados de estrés y de ansiedad que atentan contra nuestra salud física y emocional) y, sin embargo, nos negamos a abandonarlo o a cambiar a otro trabajo donde sabemos que vamos a recibir una retribución menor. En ocasiones, puede que necesitemos ese plus económico del trabajo actual para subsistir pero, en muchos casos no es así. Hay algo que nos mantiene apegados a ese trabajo que no nos gusta y ese algo es nuestra percepción distorsionada de necesidad.

Para explicar un poco por qué nos apegamos a aquello que nos hace infelices vamos a acudir a la filosofía budista. En Psicología se habla también de apego, pero el corpus teórico del apego se centra únicamente en las relaciones interpersonales. No obstante, las personas no nos apegamos únicamente a los demás, sino también a las ideas, a lo material y a las creencias. Hoy te hablaré acerca de apego, psicología y finanzas.

La impermanencia:

Para el budismo (4), explicado someramente, tanto la vivencia interna de la persona, como lo externo a ella, son entes transitorios

La Ley de la Impermanencia es para el budismo una ley universal según la cual todo cambia, nada permanece. Todo se transforma para retornar al origen y luego volver a iniciar el ciclo. El apego, por tanto, es un estado del ser humano en el que el ego niega esta ley universal. Apegarse a personas, cosas y creencias nos condena a la infelicidad porque no permitimos que la energía fluya

El taoísmo (una filosofía que empezó a consolidarse cerca del 380 a.C. y en la que confluyen ideas budistas y confucianas) nos invita a ser como el agua. Según el Tao el agua cuenta con tres cualidades: la humildad, la oportunidad y el cambio. El agua se adapta a la naturaleza cambiante, de manera que se evapora cuando asciende demasiado la temperatura y también es capaz de congelarse o de volver de nuevo a estado líquido. No permanece estática ni se niega al cambio: ella fluye y se adapta al mundo. Tiene tanta capacidad de adaptación que no se la puede parar. Siempre va a encontrar una rendija, una grieta, en la que colarse para volver a su cauce. El agua es libre porque acepta la impermanencia y la aprovecha a su favor, convirtiendo el cambio en oportunidad.

Por el contrario, si el agua permanece estancada se pudre. Por ese motivo, desde el Feng Shui, se desaconseja tener fuentes de agua estancada en el hogar porque, según esta doctrina china, favorece el estancamiento de la energía.

Independientemente de si queremos decorar nuestra casa con estanques o con fuentes repletas de surtidores y cascadas, el taoísmo nos ofrece con el agua una metáfora sencilla de entender: si te niegas a cambiar y te enquistas en lo que no te ayuda a crecer, te sentirás viejo, estancado y tus ideas, en lugar de germinar, se pudrirán.

Cuestiona tus apegos: disfrutar de lo material es sano, pero apegarse causa sufrimiento

El apego es miedo: miedo al cambio y a lo incierto. Bajo el apego encontramos creencias y pensamientos disfuncionales relacionados con la devaluación de la oportunidad que implica el cambio, así como creencias en relación a la falta de capacidad para afrontar lo desconocido.

Cuando detectamos que estamos ante una situación que nos hace infelices (pensemos en este caso en el ejemplo del trabajo que se cita al principio del post), debemos preguntarnos si se trata de algo que realmente no podemos evitar o si, por el contrario, nos estamos apegando a esa situación por las razones equivocadas

Es momento de plantearse preguntas como: aunque perciba menos dinero en otro trabajo, ¿voy a sentirme más feliz y relajado?; ¿mejorará mi relación con mi familia y amigos?; ¿me sentiré más realizado?; ¿dormiré más plácidamente por las noches?… En caso afirmativo a este tipo de preguntas, debo preguntarme si realmente necesito ese plus económico o si podría llegar a final de mes con menos. Si es así, quizá es momento de cambiar de rumbo y buscar ese trabajo que realmente me hace sentir autorrealizado o en el que me siento respetado o que me permite dormir más tranquilo.

Lo mismo ocurre con las pertenencias materiales. Confundimos constantemente la necesidad con el deseo. Acumulamos gran cantidad de bienes materiales que realmente no necesitamos y a algunos les causa gran frustración no tener, por ejemplo, el último iPhone o unos zapatos del color de tendencia de la temporada.

No estoy diciendo con esto que desear cosas materiales o dinero sea algo malo. Desde mi punto de vista personal, creo que está bien disfrutar de lo material si se tiene. No obstante, en ocasiones nos sentimos esclavizados por cosas materiales que realmente no necesitamos.

Vivir de manera sana lo material pasa por conseguir el dinero y bienes que necesitamos para vivir con cierta tranquilidad (algo indispensable), agradecer lo que se tiene y disfrutar de la abundancia cuando la tenemos (ya que recuerda, todo es impermanencia y lo que hoy tienes, mañana puede desaparecer). Esta realidad de la impermanencia, en el plano material, nos insta a dos cosas: por un lado, gestionar nuestras finanzas con inteligencia para no provocar nuestra propia escasez y, por otra, disfrutar sin apegos.

Referencias bibliográficas: