
<<La persona más fuerte no es la que está haciendo la mayor parte del ruido, es la única que puede dirigir la conversación en silencio hacia la definición y resolución de los problemas>>
Aaron Beck
En posts anteriores te compartía mi visión de la felicidad y te explicaba las tres vías que yo trato de cultivar en mi vida, y que pienso que nos ayudan a alinearnos y sentirnos más energizados y felices.
La primera de las áreas a trabajar, y que sobre la que ya te hablé, es la corporalidad y nuestro estado físico.
Hoy vengo a hablarte sobre cómo educar nuestra mente para conseguir un transitar más feliz por la vida. Conseguir una mente más sana y fuerte pasa por tres pasos:
- Separar nuestra “identidad esencia” de nuestra “identidad adquirida”.
- Rebatir las ideas disfuncionales de nuestra “identidad adquirida”.
- Sustituir esos pensamientos disfuncionales por otros más constructivos y sanos.
Te cuento cómo llevar a cabo cada uno de ellos a continuación. ¿Preparado? ¡Vamos allá!
“Identidad esencia” vs. “Identidad adquirida”:
Cuando somos niños somos mucho más sabios: no tememos al futuro, no tenemos miedo del ridículo, exploramos el mundo sin auto-restricciones y todo nos parece nuevo y brillante. Esa es nuestra “Identidad esencia”.
A medida que crecemos se va apagando ese brillo, ya que nos vamos impregnando de las opiniones de los demás acerca de nosotros y acerca del mundo. Perdemos nuestra “Identidad esencia” para adoptar una “Identidad adquirida”. Algunos aspectos de esta nueva identidad no nos dejan disfrutar del mundo como lo hacíamos cuando éramos niños. Se generan en nosotros deseos de perfección imposible, sentimientos de inferioridad y, en ocasiones, deseos excesivos de aprobación.
Cuando conseguimos desvincularnos de esa nueva identidad y nos conectamos con nuestra esencia nos sentimos verdaderamente alineados y felices.
Pero, ¿cómo podemos saber si una creencia determinada proviene de nuestra esencia o de nuestra identidad adquirida?. Muy fácil: si proviene de tu esencia te hará sentir feliz y te ayudará a enfrentarte a los obstáculos con fuerza e ilusión; en cambio, si es una creencia adquirida, te sentirás limitado y poco capaz de afrontar la adversidad.
Pon a prueba a tu “identidad adquirida”:
Aaron Beck llamaba a todas estas creencias que nos limitan “distorsiones cognitivas”. Te hablé extensamente de ellas, y de la clasificación que hacía el autor, en un post anterior. Estas distorsiones producen conclusiones de la realidad sesgadas y parciales, y aparecen de manera automática e inconsciente. Es esencial identificar qué distorsiones posees para poder trabajar sobre ellas. Se trata de pensamientos del tipo:
- <<No puedo>>
- <<No soy suficiente>>
- <<No seré capaz>>
- <<Nadie me quiere>>
- <<Todos se ríen de mí>>
Si te fijas, todos estos pensamientos son absolutos y, lo más importante, NO SE CORRESPONDEN CON LA REALIDAD. Ya que reflejan que estamos viendo el mundo como una realidad en bloque, donde no hay matices, donde todos opinan lo mismo y donde las cosas no cambian. Tú sabes que la vida no es así. La vida es impermanencia, ya que todo cambia: tú, el resto de la gente y todos las cosas que habitan el mundo. Cada uno de nosotros es único y no podemos pretender saber lo que piensa, dice o espera “todo el mundo”.
Por consiguiente, si identificas un pensamiento que:
- Te atenaza y te impide afrontar los problemas;
- Te hace sentir mal y sentenciado a fracasar para siempre;
Estás frente a una distorsión cognitiva.
A veces puede ayudarnos llevar una libreta con nosotros y, cuando nos enfrentamos a esas situaciones que nos hacen sentir pequeñitos, anotar qué tipo de pensamientos nos vienen a la mente. Luego, tranquilamente, podemos releerlos, determinar si cumplen los puntos anteriores, y reflexionar acerca de ellos y en qué otras situaciones suelen aparecer con frecuencia.
¡Felicidades! Ya has completado el primer paso. Ahora vamos a por el resto.
Rebatir las ideas disfuncionales:
Rebatir a nuestras distorsiones cognitivas implica ponerlas a prueba, como si estuviéramos en un juicio y ellas fueran las sospechosas. Si no pasan la prueba, sabrás que ellas son las culpables de que te sientas indefenso e incapaz de superar tus obstáculos.
La manera más fácil de ponerlas a prueba es mediante la técnica del cuestionamiento socrático. Se trata de formularnos preguntas que nos permitan dilucidar la utilidad, o no, de nuestras creencias y saber si nos están limitando o si, por el contrario, nos están ayudando en nuestros propósitos.
Existen diferentes tipos de preguntas que podemos plantearnos al detectar una creencia determinada. Las más útiles son:
- Preguntas que requieren razones o pruebas: Se trata de preguntas que nos permiten averiguar si nuestro pensamiento es racional o si, por el contrario, estamos siendo irracionales. Algunos ejemplos serían: ¿tienes pruebas tangibles que apoyen esa conclusión?; ¿qué te hace pensar que eso es realmente así?; ¿qué otra información necesitarías para saber que eso es verdad?, etc.
- Preguntas sobre el origen de las interpretaciones: Nos ayudan a dilucidar si se trata de una interpretación propia o, si bien, nos estamos viendo influidos por terceros. Algunas de estas preguntas podrían ser: ¿Es tuya esta interpretación o la has oído en algún sitio?; ¿siempre has pensado lo mismo acerca de este tema?; ¿qué te hace pensar así sobre esta situación?; etc.
- Preguntas sobre perspectivas y puntos de vista: Consiste en pensar en formas alternativas de pensar y de interpretar la situación. Algunos ejemplos serían: ¿existe otra posible explicación al evento?; ¿cómo interpretaría (otro grupo/persona) esta situación?, etc.
- Preguntas para calcular las consecuencias: Nos permiten evaluar de manera más objetiva las verdaderas implicaciones de nuestras interpretaciones y averiguar si nuestras interpretaciones son útiles o no. Por otro lado, en muchas ocasiones, también nos permiten quitarle peso a nuestro problema. Estas son algunas de las preguntas que podríamos hacernos: Si realmente esto es como piensas, ¿qué es lo peor que podría pasar?; ¿es útil la interpretación que estás haciendo?; etc.
Retornar a la esencia mediante “buenos” pensamientos:
Una vez que has llegado a la conclusión de que las ideas que tenías respecto a tu vivencia no te están ayudando, sino todo lo contrario, es el momento de buscar nuevas creencias.
Busca explicaciones alternativas a los eventos que te ayuden a vivir tus obstáculos con más ligereza. Libérate de las ideas adquiridas e interpreta los problemas como oportunidades de aprendizaje y crecimiento.
Hay situaciones muy difíciles, pero te aseguro que siempre hay una forma de vivirlas que nos permita superar la situación o, al menos, pasar por ella más pacíficamente.
Recuerda que, asumir creencias más funcionales no implica evadirse del problema o vivir ajenos a la realidad, sino que son aquellas que te ayudan a:
- Tomar las riendas de tu mente,
- tomar más control sobre la situación (la situación no te controla a ti, sino que tú controlas la interpretación de la situación),
- resignificar los obstáculos como oportunidades.
Referencias:
- (1) Beck, A., Rush, J., Shaw, B. y Emery, G. (1979). Terapia cognitiva de la depresión. Bilbao: Editorial Desclée de Brouwer.
- (2) Beck, A., Freeman, A. y otros. (1995). Terapia cognitiva de los trastornos de la personalidad. Barcelona: Editorial Paidós.