
«La mente no domina al cuerpo, sino que se convierte en cuerpo. Cuerpo y mente son una sola cosa»
Candance Pert
En el s. V, Platón, y más tarde Descartes en el s. XVII, establecieron un dualismo entre espíritu y cuerpo. Establecieron la existencia de dos mundos: el mundo de las ideas (o mundo verdadero) y el mundo de las cosas materiales (o mundo reflejo).
De este precepto surge la teoría cartesiana, según la cual el ser humano es la suma de esas dos sustancias diferentes, que se relacionan pero que no se combinan.
El cuerpo pasa a entenderse desde una perspectiva utilitarista, como una herramienta o instrumento de la mente (1). El cuerpo es asimilado como una máquina y el movimiento es, simplemente, el producto de esta máquina (2).
Este dualismo tuvo un gran impacto en las sociedades occidentales y esa visión del ser humano, y del cuerpo, ha impregnado la ciencia. Esa influencia llega a nuestros días, tanto en el ámbito científico como en las creencias de los ciudadanos occidentales.
Los occidentales nos encontramos desconectados de nuestro cuerpo. Algo curioso, ya que el culto al cuerpo está más en auge que nunca, así como la vida sana, la nutrición y el deporte. Sin embargo, seguimos asimilando el cuerpo como una máquina, como un mero vehículo que nos permite desplazarnos e interactuar con el mundo, separado y ajeno a nuestra mente.
Si bien es cierto que cada vez están más en voga las técnicas meditativas de todo tipo, y han calado en la población los efectos que el estrés tiene sobre el organismo, seguimos subestimando la relación existente entre mente y cuerpo. De hecho, me atrevería a decir que mente y cuerpo no son entidades que puedan separarse tan alegremente como hemos creído durante siglos y siglos.
Corporalidad e identidad:
En la década de los 70 empieza a cuestionarse el dualismo mente-cuerpo (3). Merleau-Ponty es el primer autor que, desde la corriente fenomenológica, habla del concepto de corporalidad (o corporeidad) como una experiencia corporal que involucra dimensiones emocionales, sociales y simbólicas. La corporalidad es, por tanto, fruto de la experiencia propia y se construye a través de la interacción del cuerpo con el mundo que lo rodea y con los demás (4).
Desde este punto de vista, la corporalidad deja de ser un ente separado de la mente y distinto a la mente. La corporalidad es una suma de emoción, sensualidad, razón, experiencias del individuo desde el vientre materno, genética y creencias acerca del mundo, de los demás y de uno mismo. Todo ello interrelacionado de forma holística, imposible de desmembrar y de separar.
Nuestro cuerpo se transforma desde el momento de nacer, se adapta y, finalmente, conforma una corporalidad a través del movimiento, la acción y la percepción (5). De esa manera, además de experimentar el mundo, la corporalidad conforma una identidad.
Cada persona tiene una forma distintiva y única de moverse, tiene una corporalidad particular. Asimismo, hay formas de moverse que nos sugieren que una persona es, por ejemplo, líder, o que se siente triste y apesadumbrada, o que se trata de alguien feliz y soñador.
No obstante, ¿es posible modificar nuestra corporalidad y modificar así nuestra identidad? ¿Movernos de una determinada manera o tener una postura corporal concreta, puede ayudarnos a sentirnos más felices, más satisfechos o más seguros de nosotros mismos?
La respuesta es sí. A continuación, te expongo algunos estudios del campo de la neuropsicología que apoyan esta idea.
Corporalidad y neurociencia:
La teoría del feedback corporal y todos los hallazgos de neuroimagen al respecto, confirman que el cerebro interpreta las expresiones faciales, la postura y el movimiento, y que esta información tiene influencia en el procesamiento emocional.
Los estudios muestran, por ejemplo, que una sonrisa fingida es capaz de activar las mismas áreas emocionales que una sonrisa real. Asimismo, las personas que mantienen una postura erguida se sienten más orgullosa de sus éxitos que las personas que mantienen una postura encorvada.
Referencias bibliográficas:
- Gallo, C.L.E. (2007). El cuerpo en la educación física y su anclaje en la tradición platónico-cartesiana. En: Memorias del XX Congreso Panamericano de Educación Física. Perú, 2007b. fase p.1-15
- Paéz, C.Y. y González Q.S. (2006). Hermenéutica del cuerpo. Segunda parte. Revista Psicogente, 9(15): 135-145.
- González-Correa, A.M. y González-Correa, C.H. (2010). Educación física desde la corporeidad y la motricidad. Hacia la promoción de la salud, 15 (2), 173-187.
- Merleau-Ponty, M. (1985). Fenomenología de la percepción. Barcelona: Planeta DeAgostini.
- Paredes, O.J. (2003). Desde la corporeidad a la cultura. Efdportes, 9, 62. http://www.efdeportes.com/efd62/corpo.htm